Vivamos en el piso en el que vivamos, los gritos, cánticos y altercados no dejan dormir.
Una noche detrás de otra, la falta de sueño comienza a afectar a la salud de los vecinos, quienes ya acuden a sus médicos con síntomas de trastornos digestivos, migrañas, ansiedad o estrés.
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